4/02/2006

Un montaje franquista con protagonista marroquí

La tercera visita de Mohamed VI al Sáhara Occidental ha reforzado la represión marroquí sobre los saharauis, en pleno debate internacional sobre el futuro de la zona.

Escena 1. Miles de banderas marroquíes ondean a lo largo de la carretera que une el aeropuerto del centro de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Una multitud entregada recibe a Mohamed VI con gritos de "¡Acha el malik!" (Viva el rey). Muchos portan los vestidos tradicionales saharauis, pero no se expresan en hassanía sino en deriya, el dialecto marroquí.

El monarca saluda desde un lujoso descapotable, escoltado por hombres de negro. Después irá a descansar al Hotel Parador, inaugurado por Fraga en los años ‘60, cuando el Sáhara era una provincia más de la España franquista.

Escena 2. El rey inaugura el nuevo puerto de Bojador, 180 kilómetros al sur de El Aaiún. El baño de multitudes se repite.

Escena 3. Detrás de las banderas monárquicas, al fondo, miles de policías, soldados y gendarmes, vestidos de civil o de uniforme, sitian los barrios saharauis de ambas ciudades para evitar protestas independentistas.

Casas allanadas, activistas detenidos, comercios cerrados por imperativo policial. Cualquier expresión de descontento es reprimida. Lo mismo ocurre en otras ciudades como Dajla y Smara y en los accesos a este país ocupado, donde estudiantes saharauis procedentes de los campus de Rabat, Agadir, Marraquech y Casablanca son bloqueados en su intento de acceder a El Aaiún.

Según el Frente Polisario, Mohamed VI adelantó un día su visita al Sáhara Occidental para impedir a los saharauis preparar actos de protesta, aunque dado el férreo control impuesto por las fuerzas del orden, a nadie sorprende el limitado alcance que finalmente tuvieron las movilizaciones.

En los cinco días que duró el viaje real se repitieron concentraciones, manifestaciones y otras expresiones de rechazo en las principales ciudades del Sáhara y en campus universitarios como el de Marraquech y Rabat y casi todas tuvieron un final idéntico: fueron disueltas a golpes por la policía.

Las manifestaciones más numerosas tuvieron lugar en Smara y al menos 80 saharauis fueron detenidos durante unas horas en El Aaiún el día 20 para impedir que dirigiesen posibles protestas. Tanto en esta ciudad como en Bojador se produjeron enfrentamientos entre saharauis por un lado, y policía y colonos marroquíes, por otro, y algunos activistas fueron obligados a abandonar estas localidades “por unos días”.

Según declaró Brahim Gali, delegado del Frente Polisario para el Estado español, en esas jornadas los saharauis vivieron “una situación de asfixia, terror y represión”. Siguiendo un guión ya realizado por su padre, Mohamed VI obligó a los funcionarios y empleados de la administración de El Aaiún a participar en su recibimiento, para lo cual ordenó el cierre de sus centros de trabajo y movilizó autobuses y camiones para su transporte.

Según constataron periodistas extranjeros, Marruecos llegó a amenazar a los saharauis más pobres con retirarles su cartilla de ayuda mensual de 120 euros si no acudían al desfile. Aún así, la mayoría de la población saharaui, que hoy en día representa tan sólo un tercio de los 350.000 habitantes de El Aaiún, optó por quedarse en sus casas o protestar como pudo en sus barrios.

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