3/16/2006

TANTOS MARTIRES... TANTOS HEROES...

Estas líneas se escriben recordando aquel jueves sangriento, aquel histórico 11 de Marzo de 2004. Aquellos días fueron de confusión, dolor, incertidumbre, miedo, angustia y tantos y tantos sentimientos que le encogen a uno el corazón. No se podía hablar de otra cosa.
Tras el desastre sin duda lo único positivo que podemos sacar de esta atrocidad es la unidad, la solidaridad, el diálogo con el que el pueblo de Madrid y de toda España reaccionó a los atentados sangrientos del 11 de Marzo.
Un cielo de velas cubrió Atocha, Puerta del Sol, El Pozo, Santa Eugenia... un mar de trapos blancos y crespones negros inundó las calles... lágrimas cayeron sobre Madrid procedentes de todo el mundo... uno se emociona al ver tantos detalles, tantas miradas con las que uno se siente hermano en las heridas.
Pero también le da a uno por recordar... hace 30 años, un pueblo sufrió también un atentado. Pero este fue sistemático, su autor fue un ejército a las órdenes de un rey, y no hizo falta ningún comunicado o vídeo para reivindicarlo: la ONU lo sabe, el Mundo lo sabe. Pero fue un atentado: con napalm, con bombas de fragmentación, con campos de concentración, asesinatos. El atentado fue tan brutal que todo un pueblo: el pueblo saharaui, no construyó ningún muro para protegerse, como está de moda hoy en día; sencillamente huyó hacia otra tierra que no era la suya pero que les acogía.
Entonces el Sáhara Occidental era parte de España... pero nadie puso velas por las víctimas en Bir-Lehru, el Aaiun, Lagüera, o Smara... en las calles de Madrid, de España, nadie colgó paños blancos ni crespones de ningún color por la masacre de un pueblo y muy pocos lloraron por la injusticia que se estaba cometiendo. Casi nadie en este país reclamó a nuestro gobierno nada.
Pero siguen ahí, aún estamos a tiempo. Los saharauis siguen ahí, en el mismo suelo que les acogió como refugiados tras su éxodo, en Tindouf (Argelia). Y aún estamos a tiempo para cumplir con la historia, de luchar por la justicia. Las fotografías nos llegan directamente desde allí, desde la "zona cero" saharaui, desde los campos de refugiados, donde hace 30 años aún se materializaba un genocidio.
Las fotos vienen de allí y lo que se muestran no son sino símbolos: los paños blancos de las mujeres saharauis, que en medio de un holocausto levantaron su nueva casa: los campos de refugiados. Sufrieron la muerte de sus hermanos, maridos, hijos... pero siguieron pariendo para la supervivencia de su pueblo. Los crespones negros son los rostros de los hombres, combatientes frente al invasor la mayoría de ellos, sus ojos han visto la muerte al lado, en las trincheras y su rostro lleva las arrugas que solo da la aspereza de la arena. Las velas son las sonrisas de los niños, niños que aún en la miseria, son los portadores de la ilusión, de la esperanza y del futuro de un pueblo...
Al igual que Madrid tuvo sus héroes el 11 de marzo, el Sáhara tiene sus héroes cotidianos en los hombres y mujeres saharauis. Pero también un buen puñado de héroes españoles que ante todo no olvidan la barbarie de hace casi tres décadas. Españoles que bajan a los campamentos, a compartir con los saharauis el tiempo, la arena, la jaima, la desgracia...
Pisar los campamentos produce lágrimas, unas lágrimas chiquitas, sencillas, que a veces ni salen fuera, ese llanto interno que te produce un nudo en la garganta y una carga en los ojos pero que a la vez te hace sentir que aún eres humano. Gracias a aquellos que en sus visitas a los campamentos han sido capaces de echar a un lado ese llanto para poder enfocar, para traernos hoy hasta aquí el sufrimiento de un pueblo, la esperanza y el futuro de un pueblo que ante todo, y a pesar de lo vivido, sigue resistiendo y soñando.
Recordando hoy tantos 11-M, con una lágrima asomando en la garganta, recuerdo a los héroes saharauis, héroes sin velas, sin crespones, sin paños blancos... simplemente héroes a diario. Y sueño con la misma respuesta por parte del pueblo español.


José María Díaz López
Periodista

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